Te invitamos a que leas nuestros nuevos artículos!!!

Lee nuestros nuevos artículos... este mes reflexionamos sobre el Misterio de la Trinidad a partir de los aportes de Leonardo Boff en su libro titulado La Trinidad, la sociedad y la Liberación.

Los títulos de los artículos publicados este mes son: "El problema de la representación y comprensión de la Santísima Trinidad" escrito por Diego Balaguera, cmf; "Imágenes de la Trinidad" escrito por Ángel Javier Villamizar, cmf; "Trinidad, modelo de comunión, liberación y esperanza" elaborado por Armando Gómez, cmf.

Esperamos que estos artículos te puedan servir para tu discernimiento y servicio comunitario.

Fraternalmente...

Los miembros del equipo...

En busqueda de Dios...

En busqueda de Dios...
Chocó

viernes, 14 de septiembre de 2007

LA RAZONABILIDAD QUE TIENE LA EXPERIENCIA DE FE

Por: Ángel Javier Villamizar, cmf

El conocimiento de Dios para algunos hombres, es bastante confuso. Algunos piensan que él no existe, pero en realidad se puede captar desde nuestro interior. Por lo anterior, es necesario elaborar algún documento que nos pueda orientar sobre este tema en especial. Ya en algunos escritos aquí elaborados, nos muestran un método alternativo para realizar una reflexión teológica y así, con estas pautas que nos ofrecen una visión más general, podremos desarrollar el tema propuesto para este apartado.

Para entender el conocimiento de Dios en nosotros, es necesario explicar a grandes rasgos lo que significa la palabra experiencia
[1], ya que con ella podemos sentir e interpretar las manifestaciones de la revelación de Dios. Experiencia es “el acto por el cual se toma conciencia (directa o refleja) de la propia relación con el mundo, consigo mismo, con el Absoluto Trascendente, inmanente, como algo vivido históricamente, realizado, no solamente pensado[2]”. Es una definición general, pero de la misma manera podemos dividirla en tres grandes bloques.

La primera forma de la experiencia se le puede llamar empírica, ella se convierte en el punto de conocimiento de manera superficial e inexacta. Son todas aquellas percepciones inmediatas que no se someten a ninguna clase de reflexión, es decir, se conoce con el pensamiento más que con la sensibilidad del sujeto. Por ejemplo, cuando conocemos alguna cosa en imágenes por computador, realmente no la podemos palpar y tener un contacto más profundo con ella. Por lo anterior, se puede deducir que es un conocimiento desde el pensamiento.

La segunda característica de la experiencia es la que se conoce como experimental, en ella podemos reflexionar con un fin determinado. Igualmente, comprende el estudio metódico y sistemático de los datos aportados por la experiencia empírica.

La última forma de la experiencia la podemos denominar existencial, la cual incorpora la totalidad de la experiencia humana, es decir, abarca los niveles de la existencia y el horizonte del ser que pueden ser captados y valorados por él de alguna manera. Equivalentemente, es la que “supone el dato empírico al valor (sentido) específicamente humano, mediante el proceso de interpretación-comprensión
[3]”. En las experiencias básicas del hombre podemos mencionar el odio, el amor, la responsabilidad, la amistad, la alegría, la soledad, la solidaridad, etc. Son todas aquellas cosas que las sentimos y que no las podemos comprobar científicamente.

Esta forma de la experiencia existencial considera como punto culminante el proceso de humanización y señala la forma de actuar del hombre en el nivel específicamente humano. Paralelamente, ella posee seis elementos que a continuación nombraré. El primero es la relación que existe entre el sujeto que conoce y el objeto conocido. Es reconocer que hay otro conmigo y que realmente no me encuentro solo. Así se establece una relación y participación de los implicados, cabe distinguir que los dos se presentan tal como son.

El segundo es una relación más directa e inmediata con el objeto, es decir, que no se realiza por medio de representaciones, conceptos, ideas, reflexiones, recuerdos e imágenes como lo mencionaba en el ejemplo anterior. “Lo experimentado tiene carácter complexivo y afecta inmediatamente al hombre total
[4]”. Esta experiencia esta enfocada indisolublemente al objeto percibido.

El tercer rasgo de la experiencia es su historicidad, es decir, que el hombre no se puede aislar de su contexto social en el que vive, tampoco se realiza con unas leyes fijas y establecidas; está ligada al momento coyuntural, oportuno, que puede ser único e irrepetible para el sujeto. Esto enseña al ser humano a no creerse dueño absoluto de su tiempo y su futuro.

El cuarto rasgo enseña al hombre a estar abierto a los cambios, a los procesos, las transformaciones, etc. Esto sucede de manera inesperada, es más de lo que la experiencia práctica nos puede ofrecer.

La quinta forma de la experiencia es la que invita al ser humano a permanecer en movimiento de apertura y esperanza. Cuando no es abierta a estas transformaciones se quedan en normas o dogmas que afectan el proceso de la experiencia y se les priva de su propio dinamismo. “Quien considere el amor, la confianza, la esperanza, la fe como algo que posee, arriesga a poseer esta posesión
[5]”. Siento la necesidad de mencionar aquí un aporte que puedo hacer a nuestra religión católica: ella muchas veces se queda en sólo dogmas y no deja que el ser humano realmente tenga un encuentro en libertad más íntimo con Dios; en ocasiones los miembros que la conformamos nos sentimos dueños de esta relación de Dios con el hombre, por tal razón, se ha ido perdiendo el amor, la confianza y muchos otros valores. La Iglesia como institución, se encarga de defender unos depósitos de verdades reveladas y en la proclamación de unos principios morales desvinculados de la realidad concreta de la existencia.

La última forma es la que corresponde a la experiencia del lenguaje. Entendido como “un sistema de formas de expresión, creado o producido por el hombre para manifestarse, hacerse entender, ordenar sus conocimientos, comunicarse y relacionarse de múltiples maneras con la realidad
[6]”. Es donde yo soy para el otro en la medida que me comunico y hablo. Se da un encuentro entre yo-tu, en el cual simultáneamente se comprenden a sí mismo. Nosotros expresamos directamente cosas y situaciones que nos afectan de cierta manera y no una lengua. Es aquí, en esta forma de la experiencia, donde podemos llegar al conocimiento de Dios, claro está que debe tener alguna relación con las demás formas de la experiencia.

En la interpretación de este lenguaje se comprenden algunas manifestaciones del ser humano, es decir, la interpretación nos sirve para la apropiación y asimilación de lo expresado por el lenguaje. Cuando el hombre ha entendido su historicidad y ha sido consciente de ella podrá “creer
[7]” en algunas manifestaciones de la realidad. Este creer posee diversas significaciones. Es un creer en opinión, hipótesis y en el sentido de la fe. El que me interesa profundizar aquí es en el sentido de la fe.

Para comenzar a hablar del creer en la fe, debo definir este concepto tan amplio y muchas veces confuso para algunos. La fe “es primordialmente un acto de encuentro y de confianza entre personas, lo cual abarca la inteligencia, la voluntad y el sentimiento en su unidad originaria. Se refiere a la totalidad de la persona
[8]”. Ella nos ayuda a entendernos en unos acuerdos interpersonales. Por ejemplo, tengo fe que tú realizarás algunas cosas bien en la universidad, doy confianza y fe de que así será. Por otro lado, el creer supone que esa persona ha querido manifestarse en lo que es propio, en su interioridad, revelarse en cuanto es posible.

Pues bien, en primer lugar Dios se hace real para el hombre como objeto de fe, en la experiencia en que el hombre lo percibe, así como él entiende el amor cuando ama, de la misma manera, conoce a Dios cuando lo busca en su interior. En realidad lo que existe es una ínter-subjetividad, es decir, encuentro a Dios cuando reconozco al otro, a mi hermano, cuando me relaciono con él. Entonces, podemos hablar de revelación como “la comunicación de la intimidad de Dios a la intimidad del hombre que el hombre descubre en sí mismo, es decir, históricamente, y la expresa con lenguajes propios del ser humano, con el testimonio y el discurso, explicándola según su cultura y su propia época
[9]”. La fe es la que presenta a Dios en lo más íntimo de nosotros.

De la misma manera, podemos afirmar que Dios es trascendente, es decir, que lo penetra todo y esta presente en todo, sin quedar limitado por nada, ya que él esta siempre más allá. “Dios es lo inagotable de la inteligibilidad: un misterio que cuanto más conocido es tanto más nos revela la infinitud de su comprensibilidad
[10]”. A la par, es inmanente, es decir, “Dios es el Misterio que se entrega siempre, pero también se reserva; que siempre se revela y se vela; que se comunica, pero sin confundirse con el mundo[11]”. Pero más que estas dos categorías, Dios es sumamente transparente, es decir, que la “Transparencia significa presencia de la trascendencia en la inmanencia. Con otras palabras: significa la presencia de la trascendencia en el mundo[12]”. Dios emerge y se manifiesta a través del hombre y del mundo. Él es conocido cuando se da como significación real para el hombre en el mundo, es decir, por medio de la comunidad.

Algunos afirman: ¿Yo porqué no lo puedo ver? ¿Dónde esta Dios? ¿Qué sucede en mí, ya que él no se me revela? Pues bien, habrá que responderle diciéndole que no lo ha buscado en profundidad. En la profundidad es donde se encuentra la verdad. En lo superficial nunca podemos encontrar dicha verdad, en este caso sería la manifestación de Dios mismo. La mayoría de las cosas de este mundo se manejan a través de la superficialidad y de este modo es difícil encontrar a Dios y conocerlo completamente. Es aquí donde se afirma que “Nuestros oídos están sordos a los gritos del estrato profundo de la sociedad como clamor de la profundidad de nuestra alma. Abandonamos en la soledad a las víctimas sangrientas de nuestro sistema social, desatendiendo su grito de auxilio en el barullo de la vida diaria; igual hacemos con nuestra alma atormentada
[13]”. Dios es el Absoluto que surge cuando el hombre profundiza y va hasta la raíz misma de la historia que vive.

Dios no sólo se reveló en lo que puede ser observado en el universo, en la naturaleza y en la vida humana, sino que Él se ha mostrado todavía más específicamente en La Sagrada Escritura. Un ejemplo bastante claro es la revelación de Dios al pueblo de Israel “Y dijo Dios a Moisés: YO SOY EL QUE SOY. Y añadió: Así dirás a los hijos de Israel: "YO SOY me ha enviado a vosotros. Dijo además Dios a Moisés: Así dirás a los hijos de Israel: "El SEÑOR, el Dios de vuestros padres, el Dios de Abraham, el Dios de Isaac y el Dios de Jacob, me ha enviado a vosotros." Éste es mi nombre para siempre, y con él se hará memoria de mí de generación en generación. Ve y reúne a los ancianos de Israel, y diles: "El SEÑOR, el Dios de vuestros padres, el Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob, se me ha aparecido, diciendo: 'Ciertamente os he visitado y he visto lo que se os ha hecho en Egipto (Ex 3, 14 – 16)”.
[1] Este documento esta orientado bajo la lectura del siguiente texto: BRAVO, Carlos, El marco antropológico de la fe, PUJ, Bogotá, 1992, Pág. 34-54.
[2] Ibíd.
[3] Ibíd. Pág. 36.
[4] Ibíd. Pág. 38.
[5] Ibíd. Pág. 41.
[6] Ibíd. Pág. 43.
[7] Como una actitud interior, disposición personal, inseparable entre la relación de personas, a nivel existencial y de la decisión en que ésta se expresa y actualiza.
[8] BRAVO, Carlos, El marco antropológico de la fe, PUJ, Bogotá, 1992, Pág. 51.
[9] BAENA B, Gustavo. SJ, Introducción al Antiguo Testamento e historia de Israel, Ed. Colección Apuntes. Pág. 3.
[10] BOFF, L. (1978). Testigos de Dios en el corazón del mundo .Madrid: Publicaciones Claretianas. Pág. 50.
[11] Ibíd. Pág. 54.
[12] Ibíd. Pág. 55.
[13] TILLICH, P. (1970). La dimensión profunda. Bilbao: Ed. Descleé. Pág. 86.

No hay comentarios: