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Lee nuestros nuevos artículos... este mes reflexionamos sobre el Misterio de la Trinidad a partir de los aportes de Leonardo Boff en su libro titulado La Trinidad, la sociedad y la Liberación.

Los títulos de los artículos publicados este mes son: "El problema de la representación y comprensión de la Santísima Trinidad" escrito por Diego Balaguera, cmf; "Imágenes de la Trinidad" escrito por Ángel Javier Villamizar, cmf; "Trinidad, modelo de comunión, liberación y esperanza" elaborado por Armando Gómez, cmf.

Esperamos que estos artículos te puedan servir para tu discernimiento y servicio comunitario.

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Chocó

domingo, 4 de noviembre de 2007

El problema de la "representación" y "comprensión" de la Trinidad


Por: Diego M. Balaguera, cmf

En el siguiente artículo pretendo hacer un acercamiento al problema de la “representación” y de la “comprensión” de la Santísima Trinidad, el cual se suscita cuando contemplamos, vivimos y reflexionamos este gran misterio de la fe. Todo con el fin de hacer un esfuerzo verbal, tal vez de manera intelectual, para decir una palabra respetuosa sobre la Santísima Trinidad, sabiendo de antemano que ante la Trinidad conviene callar en adoración, pues las palabras mueren en los labios. Los pensamientos se oscurecen en la mente. Pero la alabanza enciende el corazón, y la adoración hace doblar las rodillas , dice Leonardo Boff bellamente con respecto al misterio de la Trinidad. Es un esfuerzo por expresar la comprensión de este misterio, teniendo en cuenta que con esto no se quiere llegar a “encajonar” en un concepto o término la Trinidad, ya que el misterio de Dios desborda nuestra mente e inunda nuestro corazón humano.

Para tratar de acercarnos a esta problemática, desarrollaré tres puntos, que mi parecer, son importantes: a) Vivimos y expresamos nuestra fe en Dios Padre, Hijo y Espíritu Santo; b) La necesidad de reflexionar nuestra fe en Dios; c) De qué manera debemos comprender y representar a la Santísima Trinidad.

a) Vivimos y expresamos nuestra fe en Dios Padre, Hijo y Espíritu Santo.

La experiencia de fe en Dios dentro de las distintas comunidades creyentes: campesinas, afro, indígenas, urbanas, etc., se hace presente de una manera muy cercana, vivencial y concreta, la cual se expresa por medio de símbolos, narraciones, descripciones, ritos, cantos, expresiones corporales, etc. Es la experiencia de fe en Dios inserta en la cotidianidad, y que a partir de allí, inunda de vida y esperanza la realidad de cada persona y de cada comunidad.

Esta experiencia cercana con la Trinidad es lograda en aquellos que han tenido un encuentro profundo con el misterio, con lo absoluto, con Aquello que ha llenado de sentido sus vidas y los ha motivado a construir proyectos de vida digna, es decir, hacer visible el proyecto de Dios, en contraposición a los caminos de la muerte.

Los símbolos, como expresión legítima de ese encuentro festivo-comunitario con Dios, condensan esa experiencia fundante de la comunidad creyente; las cosas, el mundo, las palabras, la humanidad se hacen portadoras de salvación y del misterio de Dios y a la vez posibilitan ese encuentro con la Divinidad .

En síntesis, tanto en las primeras comunidades cristianas, como en las pequeñas comunidades actuales, la fe en la Trinidad es, primero que todo, una experiencia vivencial de la fe cargada de una alta simbología, antes que una “doctrina elaborada” eruditamente con lenguajes especializados y lógicos. Primero está la experiencia de vida, el símbolo, la narración; luego sí la elaboración “reflexionada”, expresada en doctrinas de fe.

Las primeras comunidades elaboraron “formularios” que resumían la fe de la Iglesia, expresando los “marcos fundamentales” que identificaban la comunidad cristiana: Redditio symboli (recitación del símbolo). El símbolo, es decir, los formularios, resumían la experiencia de fe en Dios Padre, Hijo y Espíritu Santo. Sin embargo, no es suficiente expresar por medio de estos símbolos o formularios la vivencia de fe en la Trinidad, es necesario dar un paso más: la juiciosa reflexión de aquello que se celebra y se cree. Es de suma importancia atender a los problemas que poseen los formularios que sintetizan lo que la comunidad cree: la fe en la Trinidad. Es necesario que comprendamos y demos razón de ese Dios que es Trinidad.

b) La necesidad de reflexionar nuestra fe en Dios.

Cuando celebramos nuestra fe en Dios-Trinidad, a través de la liturgia o a través de actos de piedad popular, no nos preocupamos por pensar qué tipos de relaciones existen entre el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo, ni cómo se articulan los tres con la fe bíblica en la estricta unicidad de Dios, ni si la peculiaridad del Padre es ser ingénito, la del Hijo la de ser engendrado y si la del Espíritu Santo reside en el hecho de proceder del Padre de una manera distinta del Hijo y a través del Hijo . Estas preocupaciones no se hacen conscientes a la hora de celebrar nuestra fe, es el nivel de la espontaneidad, de la imagen, del símbolo. Por lo tanto, es fundamental pasar del nivel espontáneo al nivel crítico, al nivel de la reflexión: ¿Qué es lo que entendemos cuando proclamamos y celebramos que el Padre es Dios, que el Hijo es Dios y que el Espíritu Santo es Dios? Démonos cuenta que el nivel crítico rompe con las imágenes y símbolos construidos por la comunidad y se distancia del ámbito afectivo y relacional, introduciendo cien por ciento elementos de comprensión intelectual, característica propia de las formulaciones teológicas sobre la Santísima Trinidad.

Hasta aquí el primer problema derivado de las formulaciones de fe: la urgente necesidad de explicar y fundamentar lo que se cree en palabras exactas y reflexionadas. Un segundo problema al que, en su momento, estuvieron expuestos los formularios de fe fue a las diversas objeciones que se hicieron de los mismos: la del Judaísmo tradicional, la de la cultura griega politeísta o filosófica y la del gnosticismo. Esto hizo que la Iglesia se esforzara por mostrar, de manera lógica, lo que significaba afirmar a Dios como Padre, Hijo y Espíritu Santo. Actualmente, las diferentes corrientes de pensamiento han influido en nuestra forma de vivir y de pensar a Dios, alejándonos de la forma original de comprensión de la Trinidad, lo cual nos debe hacer reflexionar nuestra fe en Dios para poder justificarla y dar razón de ella.

Estos dos problemas, esbozados rápidamente, fueron necesarios para iniciar un proceso de clarificación y comprensión de la Trinidad, hasta llegar al punto de la elaboración de la doctrina trinitaria. Algunos de los intentos por clarificar y hacer comprensible el misterio de la Trinidad, que a la vez son representaciones equívocas de la misma, fueron el modalismo (Dios efectivamente uno y único. La misma y única divinidad aparece bajo tres rostros y mora entre nosotros de tres maneras distintas como Padre, como Hijo y como Espíritu Santo), el subordinacionismo (Jesús semejante a Dios pero nunca igual a él. Fue adoptado por el Padre como Hijo suyo pero frente al misterio abismal del Padre el Hijo sigue estando subordinado a él) y el triteísmo (afirma las tres divinas personas. Acepta al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo pero como tres substancias independientes, autónomos. No se afirma la relación ni la comunión como constitutivo de la persona divina); representaciones que aún hoy influyen y legitiman sistemas políticos de muerte, como es el caso del subordinacionismo, donde el verdadero “poder creador” se encuentra acumulado en el Padre (patriarca, hacendado, patrón, rey), el cual tiene súbditos a su servicio, que nunca serán igual a él y que seguirán en su condición de dependencia (pobreza, ignorancia, sumisión, etc.).

Estos tres acercamientos no ofrecieron una adecuada solución a la reflexión de la fe en la Trinidad; al contrario, fueron fuentes de confusión. Sin embargo, varios teólogos aportaron importantes orientaciones para la comprensión de la Trinidad, entre ellos San Irineo, que concibió la Trinidad como comunicación. Dios es uno pero no está solo. Dios Padre da origen al Logos (Hijo), el Padre y el Logos originan el Espíritu Santo; Tertuliano, quien crea las bases del lenguaje trinitario: Dios es uno, pero no una cosa: Una substancia, tres personas. La unidad hace derivar la Trinidad; los Padres Capadocios, que afirman que el Padre es ingénito, no es creado por nadie, el Hijo es engendrado por el Padre, el Espíritu Santo reside en el hecho de proceder del Padre de manera distinta que el Hijo. La Trinidad solo puede ser concebida como un juego de mutuas relaciones de verdad y amor; San agustín, asegura que la Trinidad es el único Dios verdadero, Dios es la Trinidad. Las tres personas son tres relaciones que coinciden con la substancia divina; Tomas de Aquino, quien parte primero de lo que es uno en la Trinidad, es decir, de la esencia una.

Ahora bien, ¿cómo debemos comprender y representar a la Santísima Trinidad, luego de este arduo camino de reflexión hecho por estos teólogos?

c) De qué manera debemos comprender y representar a la Santísima Trinidad.

En esta última parte quiero presentar algunas pistas iluminadoras, propuestas por L. Boff , que posiblemente nos pueden ayudar a la hora de comprender y representar la Trinidad, sabiendo, como he dicho antes, que cualquier palabra sobre este misterio es únicamente un acercamiento, un pronunciarse ante lo que no se puede definir en totalidad:

a) Podemos lograr una acertada comprensión de la Trinidad si la asumimos como la existencia real del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo, en la que existe la eterna comunión y unidad, es decir, la existencia de un sólo Dios en comunión. No sólo son tres personas (individualidades concretas), lo cual nos podría conducir por el camino del triteísmo, sino que cada persona está totalmente en la otra (cada persona contiene a las otras dos), es la comunión completa de las personas: la perijóresis, comunión de una en la otra, por la otra y con la otra.

b) Desde esta perspectiva, en la Trinidad existe un “intercambio de amor eterno” entre las tres personas, es la plenitud de la vida y la comunión, donde cada persona entrega a las otras todo lo que es; es la comunión absoluta de todos entre sí de manera libre y voluntaria; por lo tanto, no hay campo para comprender la Trinidad como una monarquía celestial ni como el dominio de uno sobre los demás; es la perfecta “circulación” del amor: tres personas en una única comunión de amor.

c) Esta comunión eterna de amor (Perijóresis) no es un logro alcanzado gracias a un proceso de conocimiento entre las tres personas, sino que es original, simultáneo y constitutivo.

d) Según este acercamiento a la Trinidad, Dios no puede ser pensado como soledad, como un eterno uno, sino que en Dios existe desde siempre la comunión, siempre ha existido el Dios Padre, el Dios Hijo y el Dios Espíritu Santo.

e) La relación-comunión eterna de amor y de vida plena entre el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo es la matriz de toda relación de vida, amor y comunión en toda la creación, es el modelo característico de relación entre el hombre y la mujer y del hombre-mujer con la Naturaleza.

f) La Trinidad como matriz perfecta de toda relación existente en la creación, debe ser asumida como forma de vida en las comunidades creyentes, ya que en la medida que exista ese “intercambio de amor”, esa vinculación profunda entre el hombre y la mujer, y consigo la Naturaleza, el rostro de Dios se hará más visible, será revelación, será la instauración del Reino de Dios en la historia. Por tanto, mientras no exista verdadera comunión en el mundo, es decir, mientras no exista libertad, justicia social, reconciliación, paz, fraternidad-sororidad, solidaridad, el rostro de Dios Padre, Hijo y Espíritu Santo seguirá oculto para el mundo: ves la Trinidad si ves la caridad (S. Agustín). La comunión verdadera vivida en las pequeñas comunidades será la mejor forma de representar a la Santísima Trinidad; aunque ciertamente no bastaría para comprender este gran misterio, a lo que únicamente podemos hacer es contemplar y adorar más que categorizar y conceptualizar.

Termino con las sabias palabras de San Agustín: Cuando se nos pregunta qué son esos tres, hemos de reconocer la indigencia extrema de nuestro lenguaje. Decimos tres personas para no guardar silencio, no como si pretendiésemos definir la Trinidad.