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Lee nuestros nuevos artículos... este mes reflexionamos sobre el Misterio de la Trinidad a partir de los aportes de Leonardo Boff en su libro titulado La Trinidad, la sociedad y la Liberación.

Los títulos de los artículos publicados este mes son: "El problema de la representación y comprensión de la Santísima Trinidad" escrito por Diego Balaguera, cmf; "Imágenes de la Trinidad" escrito por Ángel Javier Villamizar, cmf; "Trinidad, modelo de comunión, liberación y esperanza" elaborado por Armando Gómez, cmf.

Esperamos que estos artículos te puedan servir para tu discernimiento y servicio comunitario.

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Chocó

sábado, 3 de noviembre de 2007

TRINIDAD, MODELO DE COMUNIÓN, LIBERACIÓN Y ESPERANZA PARA NUESTROS PUEBLOS.


Por: Luis Armando Gómez M, cmf.

Este documento pretende brindar un acercamiento reflexivo al Misterio de la Trinidad, para tal efecto, desarrollaremos este trabajo en tres momentos; 1) introducción, 2) la Trinidad como modelo de comunión, 3) la Trinidad como liberación y esperanza.

1. Introducción

En primera instancia hay que tener en cuenta que en este paso de querer comprender el misterio de la Trinidad ha sido y sigue siendo un proceso en el que inicialmente hombres y mujeres compartieron su experiencia de fe, la oración, su religiosidad popular, en fin, su vida cotidiana a partir de la cual expresaron su fe en el misterio infinito de la Trinidad. Dicha expresión se dio con un lenguaje sencillo y muy comprensible a sus propias comunidades, en el que el agradecimiento, el respeto y la misma utilización de símbolos dentro de sus ritos y celebraciones ya era un acercamiento muy peculiar y esperanzador para el pueblo, sinembargo, la Iglesia vio la urgencia de fortalecer dicha comprensión formulando más racional y lógicamente la experiencia del misterio de la Trinidad, puesto que las corrientes heréticas como el modalismo, el Subordinacionismo y el triteísmo, creaban con fusión como quedó explicito en el primer documento antes expuesto. Es por esto que al interior de la misma Iglesia se crearon caminos (concilios y lenguajes) los cuales condujeron hacia una formulación dogmática que sin duda hasta hoy ha ayudado a mantener más sólida nuestra fe.


2. La Trinidad como modelo de comunión

Partiendo de lo anterior, pensamos que hoy la Trinidad debe ser considerada como modelo de comunión por las siguientes razones; una, porque en ella misma se da la perijóresis, es decir, la relación y el vínculo afectivo entre el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo, que no dejan de ser unión reciproca, interpenetración, vínculo del amor desbordante entre estas tres personas. Esta relación es al mismo tiempo testimonio de Vida, y lo es precisamente porque en dicha comunión se nos transparenta la manifestación de las tres personas; Padre, Hijo y Espíritu Santo comunicándose, generando unidad en la diversidad, es decir, que cada uno con su particularidad hace posible que esa comunión se de, pues el Padre engendra, el Hijo procede del Padre y el Espíritu Santo es espiración del Padre y del Hijo. Es en el mismo Hijo donde se revela la comunión de las tres personas, porque allí Dios manifiesta Gloria. Debemos pues tener en cuenta que “Dios es comunidad de personas, y no simplemente el uno; su unidad existente en la forma de comunión (común-unión) de los divinos tres entre sí y con la historia” . Es comunidad perfecta, la cual es trascendente, impregna lo inmanente y lo hace transparente.

Dos, porque el Padre a la hora de engendrar al Hijo ha engendrado toda la creación, pues su amor infinito y desbordante sale a nuestro encuentro para acogernos filialmente, es decir que nos hacemos hijos suyos, por esto debemos estar agradecidos, llenos de gozo, de júbilo, adoptando una actitud de silencio, la cual desborda nuestra imaginación y nos conduce a ese misterio de la trinidad, en palabras de Kart Bart: “la trinidad de Dios es el misterio de su belleza. Negarla es tener un Dios sin resplandor, sin alegría (¡y sin humor!), un Dios sin belleza” .

Tres, porque en la trinidad libera, y libera a las comunidades porque está animándolas, acompañándolas en sus procesos de organización, de lucha, de resistencia en las que van creando unidad para poder salir al encuentro a tanta desesperanza marcada por la violencia, la pobreza y el sufrimiento, masivo, cruento y duradero. Por eso mismo la trinidad es buena nueva, porque en ella se anuncia que es posible construir otro tipo de relaciones basadas en el amor, la filiación y la fraternidad donde la diferencia no desuna y sea un problema para la convivencia, por el contrario, la trinidad manifiesta que la diferencialidad integra, complementa, enriquece y acrecienta en nosotros y en la sociedad otros modelos alternativos de relacionarnos y de actuar para impulsar el Reino. Podríamos afirmar que es a partir de estas realidades concretas como llegamos a sumergirnos en ese misterio infinito de la trinidad que no deja de sacarnos de nosotros mismos para ir al encuentro de los Otros, rompe con nuestras limitaciones, con nuestra finitud, con nuestro egoísmo para hacernos trascender a favor de los Otros.

De igual modo, un ejemplo muy valido y útil para nuestros tiempos de conflicto en el que percibimos a la diferencialidad como amenaza, tal ves la notamos así simple y llanamente porque hemos tenido una pésima comprensión de la comunión Trinitaria, tal ves sin intención seguimos aceptando la tesis del triteísmo, la cual “Afirma las tres divinas personas. Acepta al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo, pero como tres substancias independientes, autónomos. No se afirma la relación, ni la comunión como constitutivo de la persona divina” , posiblemente de esta manera de interpretación surja una concepción marcada por el dominio de una de las tres personas sobre las otras dos, en este caso la del Padre, sobre el Hijo y el Espíritu Santo, lo cual sería una apreciación errónea, pues estaremos validando una y minusvalorando las otras dos.

También pueda que con esa concepción en el contexto político hoy se avale el dominio de poder concentrado en una sola persona, tipo de autoritarismos que no deja crecer en participación, pues lo otro es una amenaza para este tipo de ideas, de igual modo, puede darse en la ciencia, en los modelos de familia y especialmente en las religiones, pues nos adueñamos de nuestras verdades, de nuestras revelaciones y todo lo demás nos parece que debe confluir hacia nosotros, lo juzgamos desde nuestros intereses y prejuicios.

A los anteriores cuestionamientos responde la comunión trinitaria, con otros caminos, otras propuestas, otras formas de pensar, de escuchar, de valorar y dialogar, pues aquí en este caso no se trata de que no haya conflicto, sino en ver que esa diferencialidad del otro me interpela y me conduce a pensar diferente, a tener en cuenta su postura su realidad, que al mismo tiempo me complementa en tanto que me conduce a verle como humano, como hijo de Dios. En este sentido la comunidad trinitaria es un modelo, porque hace que nosotros nos interroguemos hasta dónde respetamos y acogemos lo que nos hace ser distintos, nos interroga por la organización de la unidad en la diversidad, en la comunión, si tuviéramos en cuenta estos pequeños, pero significativos detalles de la comunión trinitaria muy seguramente ayudaríamos a transformar el mundo de otra manera, en el que la comunión en el amor se hace realidad. De esta manera nos sentiríamos que somos Hijos de Dios, Hermanos en Jesús, animados y fortalecidos por la presencia de su Espíritu que nos hace sentirnos corresponsales con los problemas del mundo y del hombre actual.


3. La trinidad como liberación y esperanza

A este tipo de sociedad en comunión y esperanza se unen las tres personas, Padre, Hijo y Espíritu Santo, no es una imagen ideal o imaginable, pues si nos detenemos en las acciones, hechos y palabras de Jesús, su vida, es manifestación plena del Padre en la que revela la intimidad con el abbá, es comunión con el Padre paternal y maternal, puesto que “la misericordia es la gran perfección del Padre maternal que Jesús nos pide que imitemos: “sed misericordiosos como vuestro padre es misericordioso” (Lc 6, 36)” .
Dios, Trinidad de liberación nos propone ese principio de la misericordia como respuesta a la deshumanización y el sufrimiento de las comunidades.

La Trinidad hoy pide de parte de nosotros respuestas que sean hechas en esa atmósfera y circulo de amor, el cual no se cierra, sino que se abre empezando por lo más cercano, el ser humano, el mundo y todo lo que en él converge, pues ahí está Dios revelado, negar la ternura del Padre misericordioso y tierno sería desconocer la comunión trinitaria, sería negar la condición de haber experimentado su presencia entre nosotros como hijos de Dios, sería negar un pasado histórico, sería negar la presencia de Dios Padre actuante en los procesos de liberación del pueblo de Israel, sería negar al Espíritu Santo, su actuación en los procesos de cambio y liberación., al ruah, al pneneuma que como viento, vendaval y huracán animan desde los inicios de la vida, pequeñas y ricas experiencias de fe que han estado y siguen habitando en nosotros. Es la fuerza de lo nuevo que conduce a la renovación de todas las cosas, es aquello revelado y al mismo tiempo lo oculto, es la creatividad en la naturaleza, pero al mismo tiempo es la comprensión que hace que hombre y mujeres luchen por la justicia y el amor, en definitiva por consolidar Reino .

Por tanto, Jesús es presentado como el mediador de la liberación integral, quiere decir esto que en su obrar, en sus acciones y palabras mostró la fuerza liberadora y esperanzadora, pues el mismo hecho de discutir con los fariseos, con los escribas y con las diferentes autoridades ya era un hecho significativo que desataba choque, polémica y escándalo, sin embargo, no por esto no dejo de mostrarse a favor de los olvidados y desprotegidos, pues en las acciones de sanar los enfermos, de perdonar los pecados, de hablar con las mujeres, de bendecir los niños, de exorcizar ya eran serias muestras de compromiso con la Voluntad del Padre. En Jesús la comunidad encuentra el rostro amoroso del Padre, que los lleva a luchar por sus proyectos, encuentra la Fuerza liberadora del Espíritu hecho vida, y la gracia de un abbá, modelo de comunión.

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